Respetando la diversidad, aprendiendo a ser mejor persona

A veces es bueno sacar emociones fuera. Como familias, nuestro día a día, en ocasiones, se torna cuesta arriba. Enfrentarnos a los retos que se nos van presentando puede pasarnos factura, pero hay que seguir en la lucha de conseguir naturalizar el autismo en la Sociedad en general.

En este sentido, queremos compartir, con todos y todas, el testimonio de una mamá de nuestra Asociación en el que estamos seguros nos vamos a identificar muchos y muchas de nosotros y nosotras. Esperamos que sea difundido para que llegue a todos los rincones y ayude a conseguir una Sociedad más concienciada con la idea de que todos tenemos los mismos derechos para participar en ésta desde la máxima de que todos somos diferentes:

Árbol de la diversidad

 

«En la vida, es más que probable cruzarte con alguien con autismo en el camino. En mi caso irrumpió cuando mi hijo apenas tenía 2 años y medio, la noticia cayó como un jarro de agua fría en pleno febrero, pero pese a las dificultades, aquí seguimos luchando porque las cosas cambien, para que tenga una calidad y pueda disfrutar de todas sus etapas de desarrollo en las mismas condiciones que las de cualquier otro niño.

En nuestro camino fue Sergio, aunque poco después nos fuimos encontrando con muchos otros niños y niñas, diferentes y maravillosos, con sus puntos fuertes y sus puntos débiles, como todas las personas. Para otros, pueden ser familiares, alumnos, compañeros de clase, compañeros de juegos en parques…y un largo etc…

El caso, es que después de mucho pelear, me doy cuenta de lo importante que es aunar fuerzas, ya no solo me refiero a un movimiento asociativo, ni un apoyo familiar, me refiero a otros tantos contextos en la vida de una persona, que hace que cada uno sea particular en su historia, que seamos todos diferentes y únicos por las circunstancias en las que vivimos. Me refiero a que en la lucha, hay muchos cosas que cambiar, muchos aspectos que limar, pero que lo más importante es cambiar nuestra mente. Hay algo que no te enseñan en cursos de formación, ni tampoco en manuales, se trata de sentido común, se trata de empatía, se trata de ponerse en la piel del otro, se trata de paciencia, se trata de aprender los muchos caminos que tiene el aprendizaje, que los tiempos no siempre se cumplen ni son los esperados, se trata de valorar cada esfuerzo, de dejar la lupa en el cajón, de mirar a los ojos y tener capacidad de asombro con cada logro, se trata de naturalizar la condición de cada uno, se trata de finalmente, dejar los prejuicios a un lado y de conocer a la persona que tenemos delante, a enseñarle, desde dónde nos toque, a disfrutar de la vida.

Por eso, animo a todo aquel que se encuentre en su camino a una persona con autismo, que lo mire sin miedo, que abra su mente, que sea receptivo porque probablemente tendrá la oportunidad de conocer el respeto por la diversidad y aprenderá a ser mejor persona».

Cristina Quintero (mamá de un niño con autismo de 6 años)

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